Cediendo la columna abierta

Uno de los principios fundamentales del juego posicional es dominar las columnas abiertas con nuestras torres. En caso de que las torres adversarias disputen dicho control, entonces generalmente, si uno de los bandos no logra forzar el dominio de la columna.


Uno de los principios fundamentales del juego posicional es dominar las columnas abiertas con nuestras torres. En caso de que las torres adversarias disputen dicho control, entonces generalmente, si uno de los bandos no logra forzar el dominio de la columna, suele suceder que se simplifica la posición con cambio de torres en la columna. Por ello llama la atención cuando vemos una partida en la cual uno de los oponentes abandona voluntariamente la ocupación de una columna abierta.

¿Qué fundamento puede tener tal reacción? Dos son las condiciones que deben darse para que esta paradójica decisión sea correcta. Primero, se evita la simplificación de la torre porque se pretende usar dicha torre en otra función, o sea en aras de conseguir otro objetivo. Este puede ser usar dicha torre a través de otra columna abierta, o usarla para apoyar un ataque con avalancha de peones en otro sector del tablero, o usarla para atacar debilidades a través de una columna semi-abierta que hay en otro sector, etc. La segunda condición, no menos importante, es que el control de la columna abierta por parte de la torre adversaria no nos resulte dañino. Por ejemplo, que no tenga en la columna abierta casillas disponibles para penetrar en nuestra posición, o en caso de que le sea posible penetrar, que dicha invasión sea infructuosa, o sea que no genere dividendos a nuestro adversario.

Dicho de otra manera, abandonamos una columna abierta cuando necesitamos preservar el potencial ofensivo de nuestra torre para poder generar amenazas en otro sector del tablero. La partida que comparto a continuación con el lector es un claro ejemplo de esta cuestión. Incluso a pesar de que, gracias a detalles tácticos que contenía la posición, finalmente las blancas no necesitaron hacer uso de su torre.

Gelfand,Boris (2681) - Piket,Jeroen (2649) [D38]                                          Campeonato Mundial KO de la FIDE, Nueva Delhi/Teheran, 2000.

1.d4 f6 2.c4 e6 3.f3 d5 4.c3 b4

Después de 4...♗b4

Las negras juegan la Variante Ragozin del Gambito de Dama Rehusado. Curiosamente, en un artículo sobre el Torneo de Nueva York de 1924, Alekhine comentó que esta jugada no era buena porque tras 5.a4+ las negras están forzadas a jugar 5...c6 lo cual les impide una temprana reacción con el peón ¨c¨. Pero ha llovido mucho desde entonces, y hoy en día el Sistema de Ragozin goza de buena reputación.

5.g5 h6 6.xf6 xf6 7.e3 0–0 8.c1 dxc4 9.xc4 c5 10.0–0 cxd4 11.exd4 c6

Si las negras no quieren permitir e4, pueden en este momento cambiar en c3, por ejemplo: 11...xc3 12.xc3 (12.bxc3 c6 13.b5 d7 14.e2 fd8 15.e4 ac8 16.d3 g6 17.e3 g7 18.d2 e8 19.e4 h4 con una posición de mutuas posibilidades, Lautier-Bauer, Besancon, Campeonato de Francia 2006.) 12...c6 13.e1 d8 14.d3 d7 15.d2 ac8 16.a3 e8 17.a2 d6 18.e4 f5 19.de3 e7 20.e1 c6 con buena posición para las piezas negras, Krasenkow-Socko, Campeonato de Polonia por Equipos 2012.

12.e4 f4 13.e2 d8 14.g3 g4

Las negras deciden mantener su dama merodeando en el flanco de rey. Un enfoque diferente aplicó el GM ucraniano Alexander Onischuk, retirando la dama a su territorio: 14...c7 15.fd1 d7 16.a3 f8 17.b4 a6 18.a2 e8 19.b1 e7 con oportunidades aproximadamente equilibradas, Shulman –Onischuk, San Diego 2006.

15.fd1

Anteriormente el propio Gelfand había continuado de manera algo diferente: 15.e3 a5 16.e2 b6 17.fd1 f5 18.c5 f6! 19.e5 b4?! 20.a3 d5 21.e4 c7 22.d3 g6 23.e2 con ventaja de las blancas, Gelfand – Benjamin, Horgen 1994.

15...d7 16.a3 e7 17.e3 e8 18.b4 a6 19.e2 h3?!

En opinión de Gelfand era preferible colocar la dama en f5; tras 19...f5 20.c5 xc5 21.dxc5 f6 22.d3 las blancas tienen ligera ventaja posicional.

20.c5 xc5 21.dxc5 f5

Si las negras tratan de siimplificar a toda costa 21...xd1+ 22.xd1 d8 23.xd8 xd8 quedan en inferioridad tras, por ejemplo, 24.e5

22.d3 f6 23.e4

Las blancas han mejorado la posición de su alfil, que ahora está centralizado, dominando la gran diagonal y apuntando a la vez al flanco de rey.

23...xd1+ 24.xd1

Después de 24.♖xd1

24...c8

Las negras podían haber intentado la simplificación en la columna de inmediato mediante 24...d8. Sin embargo entonces las blancas, como el propio Gelfand indicó, habrían abandonado voluntariamente la columna abierta mediante 25.b1 con el objetivo de usar su torre para apoyar un ataque con la mayoría de peones que poseen las blancas en el ala de dama. Obsérvese que se cumple la condición de que la torre negra no puede utilizar su dominio de la columna para invadir el territorio de las blancas.

25.h4 f8 26.g4!

Después de 26.g4!

Una vez que toda posibilidad de contrajuego por parte de las negras está bajo control, las blancas inician un ataque a la bayoneta en el flanco de rey.

26...e7 27.g5 hxg5 28.hxg5 d8

Después de 28...♖d8

29.e1!

Una vez más en la partida, el tema de la cesión de la columna abierta. Mucho más fuerte que cambiar las torres, lo que daría alguna ventaja posicional a las blancas de todas formas después de 29.xd8 xd8 30.f4.

En la nota a la jugada 24 de las negras explicamos que en aquel caso se reservaba la torre para apoyar un avance de peones en el flanco de dama. En esta ocasión las Blancas preservan la torre, básicamente para utilizarla en la ofensiva sobre el rey negro desde la columna ¨h¨ que ahora está abierta (previo g2). Nuevamente pido al lector observar que todos los posibles puntos de penetración de la torre negra están controlados por las piezas blancas.

29...c7 30.g6!

Debilitando el enroque negro y toda la estructura de peones, se vale del detalle táctico de que 30...f6 no funciona.

La alternativa 30.g2 para llevar la torre a h1, según lo comentado anteriormente, era también ventajosa para las blancas. Pero la del texto es más enérgica, sin lugar a dudas.

30...fxg6

Si 30...f6 31.xc6! xc6 (31...xc6 32.d4+– xd4 33.xd4 xg6 34.d6+ con final ganador.) 32.d4+–.

31.g5!

Haciendo uso de la casilla que quedó despejada tras g5–g6, el caballo se incorpora al ataque. Se amenaza, claro está, xe6+.

Pierde una pieza de forma fulminante, pero ya no había defensa posible.

31...f7 32.xg6!+–;

31...e7 32.xc6 (32.f4+ g8 33.h4 f6 34.e3 también conduce a la victoria.) 32...xc6 33.xe6+ g8 34.xd8+–

32.xd4!

Las negras abandonan.

1–0

Todas las partidas se encuentran en este artículo.

M.I. José Luis Vilela.


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