Entrevista a Kharpov

Anatoli Evgenievich Karpov| Foto :  D.R.
¿Podía haber derrotado a Fischer?


Anatoli Evgenievich Karpov nació en Slatoust,  pequeña ciudad metalúrgica al sur de los Urales (URSS) el 23 de mayo de 1951. Su padre le enseñó a jugar a los cuatro años y a los nueve ya había alcanzado la primera categoría. Luego de pasar por éxitos escolares y entre adultos, a los once se hizo candidato a maestro.

Por sus relevantes actuaciones, cuando tenía 13 años recibió clases del  campeón del mundo Mijail Botvinnik, aunque el camino hacia la gran maestría lo recorrió entrenado por Semion Furman.

Tenía 16 años cuando conquistó  el campeonato juvenil europeo, en Holanda y 18 cuando se proclamó campeón mundial juvenil en Suecia. A los 19 años (1970) conquistó el título de Gran Maestro, en Caracas.  Se ciñó su primera corona de campeón mundial con 24 años.

Ha sido siete veces campeón mundial, de 1975 a 1985 y de 1993 a 1999. Pero además es el mayor ganador de torneos internacionales de la historia, con más de 150, y el máximo merecedor de los Oscar del ajedrez, con 11 estatuillas. Ha escrito más de 50 libros.

Tolia, como le dicen sus amigos de la infancia, le inyectó sangre joven al ajedrez mundial cuando Fischer era el rey. Se convirtió en su retador pero el genio norteamericano no quiso enfrentarlo y el jovencito ruso fue investido con la tradicional corona de los reyes en el Olimpo de los trebejos.

Al igual que Spasski, el vencido por Fischer, Karpov lo ha admirado siempre. Invitado por Roberto Mayor, presidente del Club Capablanca, ofrecí en 2008 una conferencia sobre la historia del club ante numeroso público y especialmente para Anatoli Karpov.

Cuando expuse que Fischer había jugado – y ganado-- allí su primera partida fuera de los Estados Unidos, en un match entre este centro y su similar Log Cabin, de Nueva Jersey, el 25 de enero de 1956, Karpov con velocidad de computadora acotó: --Tenía 12 años, 10 meses y 16 días.

--¿Cómo fueron sus inicios?

--Similares a los de José Raúl Capablanca. Mi padre era un gran admirador del ajedrez y cuando tenía posibilidad jugaba con sus amigos. Yo empecé a observarlo. Desde una edad temprana me interesaban las piezas, las reglas…

--¿Recuerda su primer libro?

--Uno de Capablanca. Me fascinó su intuición posicional. Lo considero el ajedrecista más talentoso que ha existido.

--¿Tiene ese algo que ver con su estilo?

-- Mi estilo tiene influencias de Capablanca y de Spasski...

--¿Cuál fue el primer ajedrecista cubano que conoció?

--El Maestro Internacional Eleazar Jiménez, cuando este jugaba un torneo internacional en Moscú, y yo asistía a ver las partidas. El primero que enfrenté fue a Joaquín C. Díaz, en el campeonato mundial juvenil de 1969. Luego a Silvino, a Román, a Guillermo, a Nogueiras...

--Partidas brillantes le sobran, pero ¿cuál ha sido su partida más difícil?

--La  que jugué con un filipino, desconocido entonces, en el Mundial Juvenil de 1969. Me dije: “Si no soy capaz de salvar esta partida, ¿para qué seguir mi carrera?”  Lo logré luego de 12 horas y si la hubiera perdido no habría sido Campeón Mundial Juvenil”.

(Ocurrió en la fase clasificatoria. La final la ganó con dos puntos de ventaja. Aquel filipino fue luego el primer Gran Maestro de Asia y llegó a ser candidato a la corona, Eugenio Torre).

-¿Qué es el ajedrez para Karpov?

-Es un arte dentro de la ciencia. Para Capablanca era un acto de creación y para Botvinnik una actividad científica. En los últimos años ha tenido más vigencia desde el punto de vista deportivo, por la variación en la forma de competir y las fórmulas de tiempo que se emplean. Pero además de deporte es un enfrentamiento sicológico entre dos personas y para el éxito influye la fortaleza del carácter, porque hay que estar preparado, tanto para la victoria como para la derrota. El ajedrez es mi vida.

-¿Cuáles considera sus aportes principales al ajedrez?

 -Pienso que continué el que dio Fischer en la celebración de fuertes torneos con mejores condiciones para los ajedrecistas. Ahora, mi principal aporte ha sido en el ajedrez infantil y escolar.

-Se coronó por primera vez campeón mundial en 1975, cuando Robert Fischer se negó a jugar. ¿Cree que estaba en condiciones de ganarle?

-Hubiera sido un gran match. En aquel momento no tenía la experiencia que tengo ahora sobre competencias fuertes. Creo que Fischer tenía más posibilidades. Las mías estaban en un 40 o 45 por ciento. En el 75 y el 76 gané una serie de torneos importantes y en este último año sostuve dos encuentros con Fischer y convenimos en jugar un match, pero en el último momento tampoco se presentó. Pienso que en ese año ya yo tenía más posibilidades de vencer, porque había acumulado experiencia, mientras Fischer no jugaba desde el año 72. En total me encontré tres veces con Fischer. Nunca hemos disputado una partida. Nuestros encuentros fueron respetuosos y nuestras relaciones, normales.

-¿Qué puede decir de sus duelos con Víctor Korchnoi?

-Los tres matches con Korchnoi fueron combativos, en diferentes situaciones. Yo arranqué como líder y pude haber logrado la victoria con un punto más en los dos primeros. En Merano-81 tenía una ventaja más amplia.

--¿Y con Garri Kasparov?

--Los cinco matches por el título con Kasparov han sido igualmente muy combativos, y en todos los casos, he tenido posibilidades reales de ganarlos. En el del 90, la primera parte en Nueva York, pudo haber terminado 8-4 a mi favor, en lugar de 6-6 con el que fuimos a Lyon, donde Kasparov tomó la iniciativa. En total jugamos 144 partidas, de las que Kasparov ganó 21 y yo 19, con 104 tablas.

--¿En qué match se originó la número 100?

--Ocurrió fuera de estos duelos, en Bruselas, en abril de 1987 y fue tablas. Ya la siguiente fue en el match de Sevilla, donde cumplimos 500 horas frente al tablero.

-¿Sobre sus relaciones con Kasparov?

-Ahora nuestras relaciones son normales. Lo que sucede es que somos personas diferentes, desde muchos puntos de vista.

-¿Sus mejores amigos en el mundo del ajedrez?

-Mi maestro fue durante mucho tiempo Botvinnik. Mantuve muy buenas relaciones con Petrosian y con Tal. Entre mis amigos han estado Spasski, Gueller, Polugaevski, Najdorf, Portisch, quien me ayudó en matches con Kasparov. He tenido buenas relaciones con todos los ajedrecistas.

--¿Qué me dice de Semion Furman, quien fuera su entrenador por un decenio?

-- Nos conocimos en 1968, en Riga. Excelente teórico. Ayudó a Botvinnik, quien una vez declaró: “Cuando Furman juega con blancas es invencible”. A veces entrenábamos hasta 9 horas diarias. La FIDE le otorgó el título de GM en La Habana, 1966. En el torneo de Madrid 1973, que yo gané seguido de Tukmakov, Furman fue tercero. Falleció a solo 4 meses del duelo con Korchnoi en Bagio. Guardo el mejor recuerdo de Furman.

--Usted ha tenido excelentes torneos y entre ellos yo destacaría el de Linares 1994. ¿Está de acuerdo?

--Ese resultado no lo esperaba ni yo. Es mi más espectacular,  torneo (Categoría 18) al ganarlo con 11 de 13, para el 84,61 por ciento, con 2,5 puntos de ventaja sobre Kasparov y Shirov, lugares 2-3 entre los 14 participantes. Tuve entonces mi mejor Elo, 2780.

--Fue usted el último de los monarcas que tuvo una formación ajedrecística tradicional, sin el auxilio de la computación. ¿Cómo ve esta influencia del ordenador?

-La computación e Internet han variado la vida del ajedrez. Parece como si Internet hubiera sido creado para el ajedrez y el ajedrez para Internet. Se pueden jugar partidas, torneos y hasta impartir conferencias por esa vía.

-Es padre de dos hijos. ¿Gustan ellos del ajedrez?

 -Tengo una niña que es amante del ballet, y mi hijo es un joven que conoce el ajedrez pero su interés está en los programas de computación.

Le regalé unas piezas filatélicas que le contentaron mucho y le pregunté: -- ¿Cuánto ama la filatelia?

--Como filatelista no soy campeón mundial, pero sí Gran Maestro. Esto que me ha regalado lo incluiré en el libro que estoy escribiendo sobre filatelia de ajedrez. La filatelia ayuda a descansar y a la concentración.

-¿Qué sabe, resultados aparte, de la Olimpiada de La Habana’66?

 -Yo era muy joven y no pude participar en ella y cuando integré el equipo olímpico de la Unión Soviética por primera vez en 1972, resulta que los restantes integrantes habían jugado en La Habana, y todos ellos me contaron de su estancia aquí y tenían la opinión unánime, de que era la mejor Olimpiada, en organización, en atenciones, en todo. También me hablaron de cuando se estableció el primer récord mundial de simultáneas, en la Plaza de la Revolución, como clausura de esa Olimpiada. Por cierto, una de mis mejores partidas en Skope’72 fue con un cubano, Eldis Cobo.

(Esta entrevista es un compendio de las tres que sostuvimos entre 2004 y 2008

Por Jesús G. Bayolo.


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